Más allá del funcionamiento interno, existen otros elementos que pueden agravar este calentamiento:
- Uso inadecuado: Conectar un cargador diseñado para un dispositivo de baja demanda energética a uno que consume más potencia de la que puede suministrar provocará un sobreesfuerzo que genera calor adicional.
- Ambientes calurosos: Las altas temperaturas externas o cargar el móvil sobre superficies que retienen el calor (como sofás, camas o cojines) dificultan la correcta ventilación del cargador.
- Uso intensivo durante la carga: Utilizar el móvil para tareas exigentes mientras se está cargando (como juegos o vídeos) incrementa tanto la temperatura del dispositivo como la del cargador.
Un cargador caliente no siempre representa una amenaza, pero si la temperatura supera ciertos límites, puede acarrear consecuencias. Entre las más comunes se encuentran el deterioro prematuro del cargador y del dispositivo, fallos de funcionamiento o, en casos extremos, riesgo de incendio.
Por eso, notar que el cargador está demasiado caliente al tacto o percibir un olor extraño debe interpretarse como una señal de alerta.
Cómo prevenir y actuar:
- Elige cargadores certificados: Prioriza siempre el uso de cargadores originales o de marcas reconocidas que cuenten con certificados de seguridad europeos.
- Asegúrate de la compatibilidad: Verifica que el cargador tenga la capacidad adecuada para el dispositivo. Un cargador con menor potencia de la necesaria trabajará forzado y se recalentará.
- Revisa el estado de los cables: Un cable dañado puede convertirse en un punto crítico de sobrecalentamiento o cortocircuito. Sustituirlo a tiempo es fundamental.
- Carga en lugares ventilados: Asegura una buena ventilación del cargador y evita cubrirlo o situarlo sobre superficies que atrapen el calor.
- No expongas el cargador al sol directo: Especialmente en verano, el calor ambiental puede ser un factor determinante en los problemas térmicos de los dispositivos.
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