La organización Mozilla ha anunciado que cierra el servicio Pocket. El próximo 8 de julio la plataforma dejará de ofrecer guardar artículos y entrará en “modo solo exportación”: los usuarios podrán exportar sus artículos guardados hasta el 8 de octubre de 2025, momento en el cual “los datos de los usuarios se borrarán permanentemente”.
Según sus responsables, aunque Pocket ha ayudado a millones a guardar artículos y descubrir historias que valía la pena leer, “la forma en la que la gente usa la web ha evolucionado, así que estamos canalizando nuestros recursos a proyectos que se ajustan mejor a sus hábitos de navegación y necesidades online”.
Pocket nació en 2007 como Read It Later, un servicio que permitía marcar como favoritos artículos que luego podías leer tranquilamente cuando mejor te venía. La idea fue ganando tracción al centrarse en piezas extensas tanto de periodismo como de en escritura creativa. Mozilla lo compró en 2017 y lo convirtió en uno de los servicios estrella asociados a su navegador Firefox.
Muchos usuarios coincidirán conmigo en que Pocket era fantástico pero no lo aprovechábamos del todo. Yo seguía guardando artículos con regularidad con la esperanza de leerlos en mi lector de e-Books de Kobo (que tenía integrada dicha función), pero pocas veces acababa haciéndolo.
Pocket era tan sencillo y cómodo de usar que muchos acabábamos usándolo no solo para guardar prometedores —pero no siempre maravillosos— textos largos (longform), sino todo tipo de enlaces con noticias o incluso tuits. Y cuando abrías Pocket, solían pasar dos cosas. La primera, la sensación de tener ante ti otra obligación, otra lista de tareas en forma de lista (interminable) de artículos que leer.
La segunda, la de lanzarte a por los artículos cortos que sabías que ibas a consumir en poco tiempo para poder “borrar” de la lista. Check. El “Leer más tarde” se había convertido en un “quitármelo de encima más tarde”. Pero seguía siendo un servicio fantástico, y no hemos sido nosotros quienes lo hemos matado. El culpable es otro.
Doomscrolling. Las redes sociales nos han robado nuestra capacidad de concentración. El chute de dopamina que nos ofrecen con el célebre doomscrolling ha demostrado ser imparable. Nos encanta desplazar verticalmente la pantalla en nuestros móviles para ver el siguiente contenido, y esa inmediatez y gratificación instantánea han acabado por lastrar nuestra capacidad de atención.