Las oportunidades y amenazas que presenta esta tecnología disruptiva han hecho que las grandes potencias estén a punto de alcanzar la supremacía cuántica.
Este concepto implica ser el primero en disponer de ordenadores cuánticos con los que aprovechar su enorme potencia de cálculo para desarrollar nuevas soluciones, pero también para poder desencriptar mensajes cifrados con los algoritmos actuales.
Los países que lideran esta carrera son Estados Unidos y China, con 1.096 y 384 patentes, respectivamente, en computación cuántica entre 2011 y 2020, según datos de la organización QED-C. En esta batalla, Estados Unidos cuenta con algunas de las empresas tecnológicas más importantes del mundo como Google, Microsoft e IBM, además de tener la mayoría de las universidades más prestigiosas del mundo como Harvard o el MIT.
China, por su parte, también cuenta con importantes gigantes tecnológicos y buenas universidades en el campo de la ciencia. Pero, sobre todo, esta potencia cuenta con la mayor red de distribución de claves cuánticas QKD del planeta, con una longitud de 4.600 kilómetros. Este sistema comprende un enlace de fibra óptica de 2.000 km entre las ciudades de Shanghai, Hefei, Jinan y Pekín y un enlace por satélite de 2.600 km entre dos observatorios, uno al este de Pekín y otro a unos cientos de kilómetros de la frontera china con Kazajistán.
La red china da servicio a unos 150 usuarios y comprende más de 700 enlaces de fibra y dos enlaces de alta velocidad entre satélites y el espacio, todos ellos compatibles con la transmisión de QKD. Todavía está en pañales, pero empieza a sentar las bases de una infraestructura mundial post-cuántica.